Soy Pilar, y en mi primer contacto con el Yoga, hace casi dos décadas, no fui consciente de cómo su práctica iba a transformar mi vida, pero lo cierto es que lo hizo. De arriba abajo, de dentro afuera. En cuerpo, mente y espíritu. Simplemente, renací.
Llevaba poco tiempo de práctica cuando sentí que el Yoga ya formaría, irremediablemente, siempre parte de mí.
El Yoga me ha convertido en un ser afortunado. Me ha llenado de experiencias y vivencias que nunca antes imaginé, y, sobre todo, me ha permitido descubrir el verdadero propósito de mi vida, que no es otro que Mandala Yoga y Mente.
Es por ello, que el Centro tiene vocación de servicio. Mi forma de entender ahora la vida me insta a brindar, a cuantas más personas mejor, la oportunidad de llevar una vida satisfactoria, entendiendo ésta como una vida regida por el equilibrio y la armonía entre cuerpo, mente y espíritu, es decir, entre lo que hacemos, pensamos y sentimos.
Es mi forma de devolver al Universo mi gratitud por los dones recibidos. Sería muy feliz, si me acompañaras.
