10 motivos por los que practicar Yoga

La práctica del Yoga requiere de la combinación de la respiración con la adopción de determinadas posturas que estimulan nuestro organismo, aportándonos grandes beneficios tanto física, mental, emocional y espiritualmente.

Beneficios físicos:

Mejora la respiración: El yoga empieza con la respiración y con su práctica dominarás todos los tipos (clavicular o superior; abdominal o inferior; intercostal; y completa o yóguica) así como sus fases (inhalación y exhalación). Dominar esta técnica es muy útil no solo para tu capacidad pulmonar, sino también para entrar rápidamente en estados de relajación.

Mejora el funcionamiento de los sistemas circulatorio y digestivo: Influida por la mejora de la respiración, y combinado con determinadas posturas, notaremos cómo, poco a poco, mejora nuestra circulación sanguínea, especialmente en las extremidades inferiores.

Además, determinadas asanas que implican torsión, favorecen el tránsito intestinal y estimulan el funcionamiento de órganos vitales como riñones, hígado y páncreas. Con ello, se favorece la eliminación de toxinas y por lo tanto, el fortalecimiento de nuestro sistema inmunológico.

Mejora el tono muscular: Con el Yoga se trabajan todos los grupos musculares (internos y externos), por lo que su práctica continua contribuye a incrementar nuestra fuerza y resistencia. Cuanto más los practiquemos, mejor nos sentiremos.

Pero no solo nuestros músculos se ven reforzados. En realidad lo hace todo nuestro sistema músculo-esquelético, en especial nuestras articulaciones. Los diferentes movimientos y posturas del Yoga favorecen el flujo sinovial, permitiendo un mejor movimiento de nuestras articulaciones. Precisamente por esto, es una práctica recomendada a todo el mundo, incluyendo a aquellas personas con determinadas  limitaciones físicas como hernias o prótesis.

Aporta flexibilidad y ergonomía

La forma de trabajar la musculatura, mediante las enlongaciones, nos conferirá poco a poco una flexibilidad que creíamos ya perdida desde la niñez. Los avances son visibles desde las primeras clases. Según vayamos adquiriendo flexibilidad, nuestro cuerpo se liberará de tensiones. El resultado es que nos sentiremos mucho más ágiles.

Cuando el tono muscular y la flexibilidad se equilibren cambiará nuestra postura corporal, que será más erguida y compensada. En este punto, podremos decir adiós a los dolores musculares derivados de los malos hábitos posturales.

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