La finalidad de las asanas es proporcionar armonía y equilibrio al cuerpo, a la mente y al espíritu. De hecho, la conciencia del cuerpo comienza por el asana.
Cuando hablamos de asanas nos estamos refiriendo a las posiciones corporales que adoptamos durante nuestra práctica del Yoga. Todas ellas están pensadas para que tanto la cabeza como los brazos actúen sobre nuestra columna vertebral De esta forma, liberamos nuestra energía vital, y se produce la magia: conseguimos el perfecto funcionamiento del sistema nervioso, con todos los beneficios que ello conlleva.
Todo asana consta de dos fases. Arranca desde lo que denominamos fase dinámica, que es la movilización que realizamos desde el punto de partida hasta el propio asana. Posteriormente, viene la fase estática, que es mantenimiento de la postura.
Dos consideraciones a tener en cuenta: La primera, es que durante la fase dinámica es fundamental controlar nuestra respiración, acompasándola con el movimiento a un ritmo muy lento. Así, favorecemos la interiorización.
Y la segunda: en la fase estática hay que mantener la posición durante un número determinado de respiraciones, antes de volver a la posición de partida, que se hará, igualmente, a un ritmo pausado y lento. Por si aún no te has dado cuenta, el yoga no está hecho para las prisas.
Un último dato: Existen diferentes tipos de asanas que podemos clasificar en varias categorías, cada una de ellas, con una finalidad concreta:
- Asanas de estiramiento
- Asanas de lateralización
- Asanas de extensión
- Asanas de flexión
- Asanas de torsión
- Asanas de fuerza
- Asanas de equilibrio
- Asanas invertidas
- Asanas de meditación
Ahora ya sabes cuál es el origen, la finalidad y la clasificación de las asanas. ¿Tienes alguna favorita? No te limites, y pruébalas todas. Tu cuerpo, tu mente y tu espíritu te lo agradecerán.
Namasté