En ocasiones, llegamos a la conclusión de que es una técnica de relajación. Otras veces, hemos concluido que se trata de una reflexión profunda. E inclusión, hemos podido sugerir que es una técnica para entrar en trance.
Como ya apuntó Matthieu Ricard, sobre la meditación existen numerosos clichés. Según este experto, la meditación no consiste ni en hacer el vacío en el espíritu, bloqueando los pensamientos -algo, por otra parte, imposible-, ni en implicarlo en infinitas cogniciones para analizar el pasado o anticipar el futuro.
Al mismo tiempo, señala que tampoco es un simple proceso de relajación en el que los conflictos internos se hallan momentáneamente suspendidos en un estado indiferenciado de conciencia. Se trata, por lo tanto del alivio que acompaña al hecho de ‘soltar’ las esperanzas y los temores, así como los apegos y los caprichos de lego que alimentan continuamente nuestros conflictos interiores.
Pues bien, en estas líneas, nos proponemos explicarte el ABC de la Meditación, para que te animes a practicarla y sentir todos sus beneficios.
1.- La meditación no es reflexionar o pensar agudamente sobre algo
Aunque hay prácticas meditativas que se orientan en esta dirección, en sí misma la meditación no es un ejercicio para elaborar pensamientos, por sencillos que estos puedan pretender ser.
Tampoco es sinónimo de reflexionar, ya que cuando meditamos, nos estamos considerando algo detenidamente, sino que en realidad, estamos observando cómo consideramos algo detenidamente.
Por lo tanto, la meditación simplemente nos lleva a observar y a darnos cuenta de lo que es, independientemente de la complejidad de los pensamientos.
2.- La meditación no es dejar la mente en blanco
Al meditar no pretendemos controlar la mente y menos aún ‘apagarla’ o ‘dejarla en blanco’.
La mente está hecha para pensar, para elaborar pensamientos. Cuanto más intentemos forzar el cese de esta actividad, más la reforzaremos. Por lo tanto, no se trata de forzar el cese de todo pensamiento; la clave es aprender a manejarlos, no dejar de tenerlos.
3.- No es una técnica de relajación
Al focalizar nuestra atención en un objeto, (interno o externo), de forma completamente natural pueden sobrevenir estados profundos de relajación y sensaciones de bienestar, pero también podemos estar meditando y sentirnos confusos, agitados, iracundos, tristes…
La meditación consiste en abrazar todos y cada uno de los estados que emergen en nuestra conciencia, sin inclinarnos por uno en detrimento.
4.- No es una forma de trance
El principal objetivo y meta de los procesos meditativos es llegar a ser plenamente conscientes de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros.
Por lo tanto, no es una manera de desconectar de la realidad, de entrar en un estado de autohipnosis, de inconsciencia, en el que se pierde el control de uno mismo.
5.-No es una búsqueda de los esotérico, ocultista o paranormal
La meditación no es una práctica abstracta y misteriosa solo para iniciados, sino que es un estado connatural a todo ser humano. Lo único, es que permanece velado en nuestra conciencia ordinaria.
La meditación solo se puede comprender meditando. No es necesario perdernos en monasterios secretos ni adentrarnos en ritualismos sofisticados. Tampoco requiere de una elevada erudición o ser expertos en escrituras sagradas. La meditación no se comprende hablando o filosofando, sino viviendo y practicando.
En algunos casos pueden aparecer durante la práctica diversos fenómenos psíquicos o paranormales, sin embargo, estos fenómenos ‘exóticos’ no deben ser considerados como algo relevante en la práctica; sólo son fenómenos, como todos los demás, que aparecen y desaparecen en la conciencia.
6.- No es una ciencia exacta
El proceso de aprendizaje con la meditación no está medido; para cada persona es diferente. No existe una fórmula mágica que proporcione resultados predecibles. Cada sesión es completamente nueva e impredecible. Cada sentada es una entrega, una investigación y una aventura nueva.
7.-No es una actividad egoísta
Hay quien pueda pensar que la meditación es una forma egoísta de retirarse de los problemas del mundo. Sin embargo, la meditación no cultiva el egoísmo, sino todo lo contrario, neutraliza su actividad. La meditación trata de ir más allá del ego como epicentro y motor de nuestra vida.
La meditación nos permite observar y desactivar las variadas y sutiles formas en la que nos movemos guiados por el egoísmo, nos permite reconocerlo, y nos asienta en la conciencia que lo está reconociendo. Este proceso nos desvincula del ego y, por lo tanto, del egoísmo.
En este sentido, Ricard apuntó que no se puede tratar de egoísta un proceso, cuyo objeto es erradicar la obsesión del yo y cultivar el altruismo. Sería como reprocharle a un futuro médico que se pase años dedicados al estudio de la medicina.
8.- No es una manera de evitar la realidad
La meditación no consiste en evitar nuestra realidad, sino de sumergirnos plenamente en ella. La meditación nos permite experimentar la vida tal cual es y nos permite vernos y aceptarnos tal y como somos.
9.- No es una panacea
Ya lo dijo Bhante Henepola Gunaratana. Para este gurú la meditación es, en cierto sentido, difícil, porque requiere una larga disciplina y un proceso de práctica que, en ocasiones, puede resultar muy doloroso. Esto es, podemos tardar poco tiempo en percibir pequeños cambios, pero mucho en advertir sus efectos más profundos.
Esto es porque los cambios se producen en lo más profundo de la mente, y requieren de un tiempo para su manifestación. Por ello, la clave, según Gunaratana está en mantener la ilusión y la paciencia; un requisito fundamental para cualquier cambio profundo, sea de la índole que sea.
Y tú, ¿estás dispuesto o dispuesta a ser paciente?
Namasté!!